La pregunta que me hago ante tan simple pero a la vez fabulosa frase es: ¿De qué nos sirven las cicatrices? Y lo que me respondo al instante es: Todos dicen que de los errores se aprende. Entonces me vuelvo a preguntar ¿Vale la pena arriesgarse a la equivocación solo para aprender? Y creo que mi respuesta es sí, hay que equivocarse, hay que sufrir, hay que experimentar... Muchos dirán que prefieren vivir sin salirse de sus limitaciones, de su propio mundo, aislado de los demás, pero eso es para mí por demás aburrido, hay que divertirse, y aunque la diversión no siempre es el riesgo, muchas veces vas a tener que arriesgarte.
Y todo eso te dará experiencia, te generará cicatrices, te va a hacer sentirte más seguro de vos mismo y no te hará tropezar dos veces con la misma equivocación, es decir, no te harás la misma cicatriz dos veces.
A ésto se refería el protagonista, el no quería llevar una vida aburrida, monótona sin riesgos... por eso decidió arriesgarse experimentar, luchar, luchar contra sus adversarios y contra si mismo, para obtener de todas su batallas cicatrices, muchas cicatrices que lo ayudarán a afrontar el regular día a día de su vida.
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